Las fracturas de tibia y peroné pueden darse de forma conjunta, comprometiendo los dos huesos, o de forma aislada fracturando sólo la tibia o el peroné. Podemos sufrir la fractura en sus partes proximales, zona de la rodilla, media o distal comprometiendo la articulación del tobillo. Al ser una zona con poco músculo protector es fácil que se produzcan fracturas abiertas, viendo el hueso salir desgarrando la piel i el músculo.
La tibia es el segundo hueso más grande del cuerpo, solo por detrás del fémur. Se articula en la zona superior con el fémur, formando la articulación de la rodilla. En la zona inferior se articula con el astrágalo formando el maleolo interno del tobillo. Junto al fémur, se encargan de sostener el cuerpo en posición vertical.
El peroné se sitúa en el lateral externo de la pierna, lateralmente a la tibia. Se articula en la zona superior con la tibia, detrás de la cabeza tibial y de la rótula. En la zona inferior forma parte de la articulación del tobillo formando parte del maleolo externo.
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Si la fractura se produce sin desplazamiento se optará por un tratamiento conservador, inmovilizando con yeso o con una férula.
En el caso de fracturas abiertas con desplazamiento, el tratamiento más habitual será con cirugía consolidando la fractura con placas y tornillos quirúrgicos.
El periodo de inmovilización dependerá del grado de la lesión, la edad del paciente y el estado previo, por norma general estaremos entre tres semanas y dos meses.
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RegaloEn la fase inicial, cuando nos encontramos en fase de consolidación de la fractura podemos ayudarnos de la magnetoterapia para ayudar a consolidar la unión de la fractura. También se realizará un trabajo de tonificación de cuádriceps de la misma pierna fracturada ya sea con ejercicios isométricos o con la ayuda de un electro estimulador tipo Compex. Será muy importante incidir en el trabajo muscular de la otra pierna, que será la que tendrá que cargar más peso una vez iniciado el proceso de marcha.
Finalizada la fase de consolidación, el tratamiento variará en función de la zona en la que se ha producido, a grandes rasgos un tratamiento habitual consistirá:
- Tonificación muscular en pierna.
- Estiramientos específicos.
- Ejercicios de propiocepción.
- Movilizaciones de la articulación de tobillo y rodilla.
- Masaje.
- Reeducación de la marcha con y sin muletas.
- Electroterapia.
El tratamiento variará en función de la lesión y el paciente. La valoración inicial y el seguimiento del tratamiento, como en todo tratamiento de fisioterapia, será imprescindible para conseguir los mejores resultados.
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